De esta manera, mediante estas labores se pueden superar problemas cotidianos y liberarse del estrés diario. Además, la satisfacción y el optimismo que derivan del trabajo personal involucrado en un proceso de creación, de hacer las cosas por uno mismo, son inmensos. Pero el arte de tejer, no sólo se afianza como terapia. Muchas personas lo consideran como un pasatiempo o una diversión. Incluso en muchos países las agujas y los hilos son sólo una excusa para reunirse y compartir experiencias y tiempo libre. De hecho, existen grupos estables de personas, no sólo mujeres, que se reúnen con la intensión de reconstruir lazos sociales a través del tejido y la conversación amena.
Si esta experiencia de tejer en grupo se traslada al plano
social, ese entrelazamiento de puntos puede verse como una fortaleza, una unión
que se convierte en una trama irrompible que puede proteger, sostener y
contener. Este es justamente el sentido del tejido en grupo: que cada persona
de vida a su propia creación y, mientras crea establece lazos sociales sólidos
e integradores con sus compañeros. Por estos motivos, el tejido es una manera
sencilla y saludable de sentirse parte de algo que uno mismo construye y
fortalecer así el sentido de pertenencia.